#PeetMeNotLeave. Quinto día en la iniciativa poética
El Dachshund
Con sus uñas vírgenes araña la cadencia del ambiente
va de un lado a otro del apartamento, marca, alardea
y aunque vive en un cuerpo mestizo
en su corazón ladra un «Dachshund.»
Debió cazar tajones en una granja alemana
como yo tendría que estar abriendo pozos
en los terrenos duros de Canarias
somos descendientes, hemos caído.
Mi perro lame los huesos de unas costillas
yo me sirvo un arroz frito.
Agua del mismo grifo, el mismo pan
las mismas sábanas.
Él es un prisionero en esta casa.
Olfatea por la hendija de la puerta
busca la selva en las partículas que
su nariz arranca del aire humanizado.
También soy un prisionero
me escondo de ese aire, cierro las ventanas
para que la luz me impida ver las paredes sucias
mi rostro, cierro para que los otros me ignoren.
El perro no parece saber, sobrevive, aprende
sobre las cosas que lo mantienen vivo.
Acaricia mi mano, caza a las grandes cucarachas
aunque ignora a las pequeñas.
Orina en los rincones, en los bordes del tiempo.
Nuestro hedor, la suciedad
los restos de salamancas
ratones, ranas y arañas muertas.
Las sombras y el moho
las páginas rotas en el suelo, la ceguera.
Los días y los meses y los años
Sus ladridos, los míos
dos perros viejos que se reparten
los espacios.
** En la foto junto al perro Bony. Mi amigo canino que me acompañó por mas de una década.