Mi provincianidad beisbolera es pinareña (II)
Por: Abel G. Fagundo
Nadie me ha pedido definiciones
beisboleras, ni siquiera creo que le importe mucho a la mayoría de mis amigos o conocidos cual
es mi equipo de Béisbol.
Hace unos tres años, después de
asistir a un juego en el estadio Victoria de Girón en la capital yumurina, escribí
un breve e íntimo articulito titulado “Mi nacionalidad beisbolera es pinareña”.
Jugaban Matanzas contra Pinar del Río, era el momento de la definición. El
instante para fundar una alianza diferente con el equipo de mi tierra "Los Cocodrilos
de Matanzas” o de reafirmar mis simpatías por los “Vegueros de Pinar del Río”
Desde que comenzaron a vender las
pegatinas esas que te etiquetan, te identifican con una u otra novena, compré
dos, una de los Cocodrilos y otra de los Vegueros. Las puse en la esquina
izquierda del televisor, para no perder la tendencia hacia la zurda, la difícil sostenibilidad
de los siniestros.
Me mantuve durante casi toda la
serie 53 repitiéndole a todos el que escuchara que yo tenía dos equipos; aun contra
la resistencia de los mas conocedores; los que saben que nunca se tienen dos
equipos, que no es sostenible. En algún momento el terreno los
enfrenta y en los recónditos lugares donde el
cerebro despliega su química sentimental, se escoge… inevitablemente la
selección se muestra.
Aquel año la efervescencia en
Matanzas era enorme. Víctor Mesa, el mentor show, el naranja teñido de rojo, había revolucionado el
ambiente beisbolero en todos los rincones de la provincia y la tierra llama. Esta
es mi gente, esa mi bahía, en aquel viejo camino de naranjas yace la memoria de
mi juventud.
Soy Matancero en todos los
espacios de mi existencia, en mi tiempo, en mi espíritu, en mis esferas, excepto
en un terreno de beisbol. Allí – pese a los sentimientos contradictorios- el equipo
de mi niñez se impone. Me formé en una ápoca en la que en todas las escuelas se jugaban
deportes, se creaban equipos. La época en que creímos posible la utopía (Esas
que según Galeano sirven para caminar) En el momento en que comencé a jugar
pelota, mi constitución física daba para receptor y Juan Castro era el rey en un tiempo de muchos príncipes. Luego el seguimiento se transformó en
militancia: Casanova, Fernando Hernández, Giraldo González, Lázaro Madera,
Julio Romero, Rogelio García… Luego los hermanos Linares, Pedro Luis Lazo… y
cuando me di cuenta ya no había retrocesos, me había convertido en fanático de
los pativerdes, Vegueros, el tsunami… hasta el día de hoy.
Siempre que juega Matanzas contra
Pinar, me siento mal. Las contradicciones sentimentales son difíciles de
manejar; pero si Saavedra da un palo, mi estómago salta. No digo nada, me quedo
quieto en las gradas, no hay festejos visibles; pero inevitablemente en mis
ojos tiene que verse el humo del tabaco y mi rostro toma un tono verde
definitivo
(@abelgfagundo)
(@abelgfagundo)
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