Mensaje desde el Pandemónium
Mi
saludos y deseos de salud para todos los familiares y amigos.
Mañana
debe ser mi último día de aislamiento social – dos palabras que juntas forman
una tijera feroz, una movida crítica para un especie emocional, sexual,
pensante- Soy consciente de que: “planes del ser humano, risas del universo”
(para los hermanos cristianos sería: “Planes de los hombres, risa de los
dioses). Agradezco a mi madre, mi hermano y mi cuñada todo el apoyo que me han
dado en estos meses, sin ellos, la soledad hubiera mutado, transformándose en
presidio y hambruna.
No me
desaliña la soledad, me gusta estar conmigo mismo, en la historia de un libro,
en el jugueteo de las ideas; con “la loca de la casa”, como llamaba el filósofo
y matemático Pascal a la imaginación (No es narcisismo, ni soberbia, ni
desprecio por lo ajeno, es herencia genética paterna). También me gusta estar
con las personas a las que quiero, con los amigos, los amores, la cotidianidad
circundante. El equilibrio de la balanza emocional y física es necesario… estos
fueron (son) meses de desequilibrio.
Percibo
que esta pequeña casa en la habito por ahora, está agotada, hastiada de mi y
como no puede irse – en vuelo de ruptura a buscar otras calles y otro tipo de
loco que la viva - al menos, quiere sus horas semanales de abandono, su
aislamiento.
Pero
entre tragedias, absurdos y comedias bufonas, los que hemos sobrevivido,
tenemos –creo- que apuntar al medio, ganarle al 2020, seguir la cuesta sin
olvidar a quienes han perecido, ellos siguen de alguna manera vivos en la
memoria de los que recordamos.
Toda
soledad entre dos (en pareja) se hace mas débil. Mi opinión, mi consejo (que
nadie ha solicitado y buena pieza soy yo para dar consejos) No nos pongamos
demasiado intransigentes con el amor, las relaciones, la pareja, el
acompañamiento, la amistad con beneficios – lo que sea – Si alguien está bajo
sospecha de funcionar contigo, aclaremos las dudas. Hay que darle (y darse)
siempre una oportunidad en este enredo y tropezón de circunstancias que
llamamos vida, y que al parecer, es una sola y si hubiera otra, no sería esta.
A los
amigos, les coloco a los pies de estas líneas, una foto deportista, de ayer. Al
fondo se ve la bandera de Panamá querido, en sus estrellas, la presencia de mi
hermano Julio Ureña. Se ve también la bandera de Alemania y otros logos de
equipos deportivos a los que sigo o siguen mis familiares y amistades. Una foto
de mi hija Ilén pequeña, hermosa y otra de mi madre quien sostiene una cría de
cocodrilo entre las manos... Y la bandera cubana.
Incluyo
otra foto del último arroz amarillo que espero cocinar en un tiempo; el plato
fuerte de esta ultimas semanas, está alrededor; son los libros de algunos de
los autores que me acompañan en esta franja de tiempo… por suerte, he tenido la
dicha de no carecer de estos platos fuertes, sigo en mi peso existencial y bien
alimentado.
Si en
estos días nuevos pudiera ir a una paladar (restaurante pequeño) no muy cara,
algo que pueda permitirme… y les trasmito esto porque ha sido una idea
recurrente, pegajosa, como lo suelen ser las letras de algunas canciones; me
comería un enorme espaguetis semi picante con atún, pimiento (ají) queso y puré
de tomate. En el postre, una cuña de Flan y varias bolas de helado de vainilla
o coco… Así de simples pueden ser los deseos… no hablo de otras apetencias por
no perderme en las delicias laberínticas del goce.
Por
favor, cuídense todos, estos tiempos no nos harán (como civilización) ni
mejores, ni peores. Solo deseo que, de manera individual, algunos de nosotros
seamos capaces de ser mucho mejores.
Mi
sentimiento de tristeza humana con los que no lo lograron, sobre todo con
aquellos que fueron abandonados, mal atendidos, despreciados, ignorados por ese
monstruo de mil cabezas que es el poder. Mucha salud amigos, lo demás, la salud
lo lleva encima. Tagore nos dejó miles de ideas, frases, muchas de ellas – como
está – muy conocidas, pero igual de ciertas “Dios, yo no te pido una carga
ligera, dame una espalda poderosa”. Desde la antigüedad, la historia nos dice:
“Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad”. La amargura, el
desaliento, el odio, no sirven para nada bueno; es radiación mortal contra uno
mismo.
Solo es
útil la rabia si se trasforma en acción contra quienes – desde sus tronos de
oro y pólvora - han dejado morir a cientos, miles de personas porque no les
importa el ser humano, no respetan la vida, no siente empatía por sus
semejantes; son esos los traidores fratricidas que no merecen ni una corona de
yerba seca… Respeto el derecho a la rabia de habitación (rabia teórica), yo la
he padecido infinidad de veces, adentro, sin expresión factual ni militancias.
Es bien complejo y difícil marchar contra el poder, ante la desobediencia este
siempre utilizará su mejor carta, el uso sistemático de la fuerza, atroz,
asesina… pero ese tipo de rabia no la alargues mucho, desahógate y sigue.
Un colega
en el trabajo llamado Elián (que espero esté bien y allí todavía) con
frecuencia (durante la “normalidad”) nos compartía fragmentos del grupo
argentino: Les Luthiers (cosa que espero siga haciendo en esta “nueva
normalidad”). Hay un bocadillo en una de sus actuaciones que escuchamos varias
veces y que lo hacia sonreír por fuera y a mi por dentro. (bocadillo que voy a
utilizar como pretexto para las líneas finales de este párrafo). Sé que no son
tiempos muy propicios para el humor; pero hemos llorado y sufrido tanto,
siempre y por esa ruta seguiremos, así es la realidad (Tampoco hay que olvidar
que nos hemos comportado durante siglos como criaturas soberbias, con
pretensión de semidioses, vándalos que dañan su casa natural). Mis disculpas
para los que no comprendan mi intención. Dice Les Luthiers (parece dicho para
mi): “Yo no sufro de locura... la disfruto a cada minuto”. Si tan solo
reaprendiera junto a los que no lo hacen, a disfrutar de muchísimas otras cosas
(de las felicidades momentáneas) antes de que termine ese chasquido de dedos,
que es todo lo que dura el viaje de la vida. Una travesía que – pese a todo lo
malo y todo lo bueno- Agradezco.
“A veces
no nos dan a escoger entre las lágrimas y la risa,
si no
sólo entre las lágrimas,
y
entonces hay que saberse decidir
por las
más hermosas.
Maurice
Maeterlinck “
Un abrazo
y mis mejores pensamientos para ustedes.
Abel
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