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Mostrando entradas de octubre, 2012

De "La Habana en versos", En la Calzada de Jesus del Monte

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La ciudad, a lo largo del tiempo, ha recibido los más insospechados tributos. Es como si se quisiera rendir homenaje a esas estrechas calles, a esas mágicas plazas, a esa espléndida bahía, que enriquecen a la urbe.   Los poetas son, quizás, quienes con mayor gracia y empeño se han referido a los misterios, los sortilegios, los encantos, de la antigua villa de San Cristóbal de La Habana.Eliseo Diego (La Habana, 1920-Ciudad México, 1994) publicaba, en 1949, el poemario “En la Calzada de Jesús del Monte”, hermosa joya de la lírica cubana que resulta un canto admirado y agradecido a la ciudad. Inspirado en ese cuaderno, otro poeta, Abel G. Fagundo (Jagüey Grande, 1973) ha incluido, en su libro “En el bosque francés de la Calle Medio”, el texto titulado, precisamente, “En la Calzada de Jesús del Monte”.Evocador poema, que rememora escenarios, ambientes, personajes, de una ciudad que, muy pronto, arribará a su medio milenio de fecunda, enriquecedora y fértil vida.

Las aguas de la isla

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En una isla las fronteras son límites de agua, espacio líquido que no puede atravesar el caminante con sus piernas. En Cuba -atrevido pedazo de tierra que sobrevive en el medio de un golfo inquieto- todos somos de algún modo antiguos navegantes, sobrevivimos con la herencia del mar en la memoria y las deudas del marino en puerto, dispuestos a zarpar siempre que las corrientes nos permitan el regreso, la llegada triunfal. Archipiélago cercado por el azul del caribe, sangrante por las aguas interiores de sus ríos y lagos, agredido por las tormentas y huracanes, lluvias de un pacto tropical que pareciera estar escrito en toda nuestra geografía; y la vez esa dualidad, ese Sol limpio que nace inesperadamente, justo cuando las aguas del país simulaban el fin.  El poeta en Cuba ha estado obligado a un contacto permanente con el mar, con los ríos, con las tormentas, las lluvias de verano que nos obligan a la contemplación, expuestos al sonido tramposo de las gotas que se