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De la inutilidad y la simulación

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De la inutilidad y la simulación                                               El hombre simula ser un pájaro, no quiere                                            reconocer  el préstamo de sus alas.                                                José Manuel Espino     Susurras como el insecto con el hastío de las sombras una simulación del vuelo, otra mentira más que quiere mezclarse con el aire. Crees que los pájaros lucen iguales en la distancia pero se te olvidan los ojos de Dios.   Como el insecto entre las sombras eres casi invisible, frío tan insignificante como una mariposa fea. La brisa te castiga porque tampoco puedes engañar a sus corrientes ni al polen excitado de la flor…   Tu sueño de ser ave la prisa de tu cuerpo y el fin del aleteo en estas rocas de ciudad sin mares, sin árboles sin un poco de tierra sana donde podrirse útilmente. ___________________________________________ Iluso     Este es un tie

De un tiempo que se pierde en mi memoria.

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* Texto enviado por Damaris Calderón para ser leído en el espacio “Como Ángel Cierto” de Ediciones Matanzas. Esta tertulia fue dedicada a Abel González Fagundo, el 17 de diciembre de 2010, en la “casa de las letras”, antigua morada de la poeta cubana Digdora Alonso.   Si, como dice Eliseo Diego, uno no nace en un sitio por azar, sino para dar testimonio, más de algo habrá, áspero, agridulce, como las naranjas de su suelo, que testimoniar de Jagüey Grande, ese pequeño pueblo, al sur, donde las tablas de las maderas de sus casa, de sus empalizadas, no han podido impedir que irrumpa la poesía, saltando las ventanas, los cerrojos. De un tiempo que se pierde en mi memoria, como los trillos del pueblo, son   mis imágenes de Abel, de “ Abelito”, con sus primeros poemas, llegando a un taller literario, que, como un candil, iluminaba Yolanda Brito. Ahí vi crecer sus versos y luego sus libros, publicados con ese aroma de la provincia. “ El costal de los pecados”,   “Extinc

Los Ciclos, El Poeta, en torno al libro Extinción de Abel G. Fagundo

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En un poeta, se sabe, caben y sobran muchos. El poeta sigue siéndolo cuado comienza a ser otro, y como se ha de esperar, sigue siendo el mismo. Lo uno y lo otro hacen que el poeta viva, pero no siempre suceden ambas cosas. Otro asunto quizás el más difícil, será desterrar a los petas que sobran, porque con otros habremos de cargar toda una vida, una vida poética, que es mucho más difícil que una vida Abel G. Fagundo va cumpliendo su ciclo de vida poética con toda la coherencia a que puede aspirar un poeta a quien la retraída dama parece insustancial y por supuesto ajena.Extinción, el libro del título que hoy presento con una sonora agudeza y toda su fuerza semántica, es otro Golpes de Dios, tan vallejiano como aquel y sin embargo bien alejado de esa aura. Antes d e abrirlo, de leerlo, hubiera preferido Extinciones. Sólo después he comprendido la acción, el drástico presente, la premura con se expande, la percusión de estos poemas que exigen la inmediatez, la palabra hablada, el ef

Digdora Alonso, desde el átomo hasta una poesía de la ciencia

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La posibilidad del Apocalipsis abandona los dominios de Dios, el  Armagedón puede ocurrir lo mismo en una isla del Caribe que en el centro de una metrópoli europea; el ser humano controla – por primera vez – las fuerzas que pueden aniquilar la creación - o el mágico accidente de la vida - si estuviéramos pensando como evolucionistas.   Little Boy e Fat Mat, el niño pequeño y el hombre gordo, otra vez dos, dos bombas, la prueba y su reiteración, uranio y plutonio, Hiroshima, Nagasaki, sangre… cobro de almas. En este escenario, entre la era atómica y la era digital, en tiempos beligerantes, nace “Bajo el Hongo”; libro de poemas de Digdora Alonso publicado primero en Ediciones Vigía, 1986 y reeditado más tarde por Ediciones Matanzas en el 2001, en otro siglo, para que pudiéramos acceder – definitivamente – a ese libro raro y oportuno del que hablaba Dulce María Loynaz en carta dirigida a la autora. Raro y oportuno, mucho hemos insistido en el primero de los término