La muerte física de Frank Abel Dopico
En feedbook, en la página de
Arístides Vega Chapú, leí la noticia sobre la muerte de Frank Abel Dopico. Hice
un breve comentario –en el muro, lamento de quien pierde un desconocido
cercano- de lo que significó su poesía para quienes comenzábamos a escribir en
los noventa. Él fue uno de los 26 elegidos
de “Retrato de Grupo”; una antología que leímos profusamente y que tuvo –no
lo duden- sus efectos contaminantes sobre muchas de nuestras concepciones
estéticas de entonces. La antología ha superado ya sus primeras tormentas de
tiempo. “Retrato..” es –en un país que con frecuencia produce reuniones
poéticas sobre el papel impreso– un ejemplo exitoso. Se me escapan –estoy
seguro- la mayoría de las variables que coincidieron para convertir este libro
en el referente que es hoy; sin embargo, la más importante está muy a la vista
y es la calidad individual de cada uno de esos poetas, que construyeron en su
conjunto un significativo corpus poético.
Al Dopico humano, al hombre que
hay detrás de sus versos, al actor itinerante, al ingenioso lector, casi no lo
conocí. Sé muy poco de él y no leí más allá de “expediente del asesino,1991 “ (entonces
aquellas lecturas fueron suficientes para el acercamiento y la sorpresa) Su
nombre, su poesía, estaban alojadas en un lugar remoto en mi memoria, no
olvidados; pero tampoco cotidianos y vino la maldita muerte a hacer lo suyo, a
recordarme deudas, portadas, influencias. Ahora volveré a leerte, con la quietud y el
rigor que su poesía nos exige. En sus textos está, la única batalla posible
contra la muerte.
Marilyn Bobes publicó en Oncuba[1]
–con prontitud atinada- el artículo “Requiem por Frank Abel Dopico”, recomiendo
su lectura, sus palabras contienen el homenatico inicial, lo necesario, no para
despedirnos del poeta, si no para comenzar su recibimiento definitivo.
Por: Abel G. Fagundo
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