Palabras de presentación del libro “Confesiones de un poeta mientras cuida un parqueo de Hugo Hodelín Santana.
Algunos
escritores, críticos, especialistas que se desenvuelven en el mundo de
lo literario, prefieren despojar estas presentaciones del componente
anecdótico y concentrarse en los valores semánticos o estilísticos de
los libros. Si tienen o no la razón no es el tema que nos ocupa. En
esta oportunidad no tomaré en cuenta a quienes aprueban esas ideas, y
es que no puedo desprenderme de la anécdota para hablar de Hugo Hodelín
Santana, aquí el elemento humano toma una dimensión que no deseo
divorciar del hecho artístico.
A Hugo lo conocí personalmente
hace unos cinco años, a su poesía un poco antes y a esa ensambladura
llamada “El poeta” que componen el hombre y sus versos, a finales de
los ochenta; junto a otros nombres que por aquellos años, y desde
Matanzas, se añadían a un grupo generacional que le transformaba el
rostro a la década, cerrando por fin un larga y sombría etapa de
realismo militante y discursos homogéneos. Aquellos poetas, formados en
su mayoría por la vanguardia de los ochenta y por lo mejor de las
generaciones anteriores, reconfiguraron todo el panorama de la poesía
cubana.
Hugo Hodelín escribía allí, y en
el medio de aquel levantamiento de las letras, su discurso fue
definiéndose de un modo muy peculiar. Hijo indiscutible de esa extensa
tradición que dentro del verso isleño ocupa el coloquialismo; no ese
panfletario y cómodo, sino el que se nutre eficazmente de la realidad,
la vida compleja y a veces nada simpática del cubano “de a pie”, -
termino que hemos terminado por aceptar como definición de un modo de
vida obrero, en la calle, o como diría el propio Hugo “ Aquel que hace
señales y definitivo después de la jornada, se dirige a casa con una
mochila rota” -
“Confesiones de un poeta mientras
cuida un parqueo”, es el título del libro que Hugo nos trae, publicado
por Ediciones Matanzas en los meses iniciales del año 2007. El propio
título es una provocación, como lo es toda la poesía de Hodelín, No
espere el lector grandilocuencias, esta es una poesía económica y
certera, ajena a la hermeticidad o a la danza elitista, Hugo escribe
para que lo leamos, y aunque en sus versos pueden identificarse las
referencias continuas a poetas hispanos o de otras lenguas, a iconos de
la cultura o símbolos universales del arte, él nos ofrece su
inquietante visión del mundo, su ontología se expresa a través de un
verso franco y sorpresivo. El editor nos dice en el prologo:
“ En Confesiones… he podido gozar,
gracias a su singular transparencia, del bello cinismo del hombre
común, de su mirada indiferente, su ironía y escepticismo, de sus
frustraciones…”
Coincido con estas palabras de
Boris Badía, e invito a los lectores a que disfruten del prólogo donde
encontrarán una amplia visión sobre el libro, una exégesis mucho más
paciente y merecida de la poesía que Hugo nos ofrece en las páginas de
este poemario.
Voy a infringir las normas de una
presentación; lo correcto es que sea el autor quien primero nos lea;
pero me hallo al lado de un infractor, así que de insurgente a
insurgente, de poeta a poeta, me tomo la libertad de terminar estas
palabras con un fragmento de la poesía de Hugo Hodelín;
Ellos me queríanDócil, asintiendo
con autosecretaria empresarialcasadocon nietos, militantepero el
muchacho ¡ah!el muchacho se extravióhasta convertirse en una causa
perdidapara horror de todos..
Por: Abel G. Fagundo
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