El Pergamino 33333

Por: Abel G. Fagundo 

En la tarde de ayer en una ceremonia sencilla y emotiva, Rolando Estévez celebró junto a un grupo de amigos los tres años de vida de la editorial El Fortín; sello que dirige desde 2013.  A las tres y tres minutos de la tarde (333) en los altos del edificio de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) y visiblemente emocionado, el prolífero creador cortó con sus palabras la cinta invisible que sus musas custodiaban, para dejar abierta una exposición con los libros-arte realizados en este nuevo ciclo creacional. 
Pergamino “La taza de té” de Laura Ruiz Montes. Ediciones El Fortín.
Diseño y confección de Rolando Estévez.


Justo antes de invitarnos a observar (a maravillarnos con la singularidad alcanzada por la conjunción entre las palabras, el diseño artístico y los más diversos materiales) Estévez regaló a los presentes el pergamino “La taza de té” dedicado a los primeros 50 años de Laura Ruiz Montes, quien el próximo 3 de diciembre celebrará de manera simbólica el asalto a una madurez que le ha pertenecido desde el malecón de los ochenta, cuando un grupo de palabras formaron su primera criatura escritural para quedar por siempre escritas.


El poema de Laura “La taza de té” nació –según las palabras de Rolando- hace unos cuantos años, durante las ventiscas o huracanes de finales del siglo XX. Luego de desatar la cuerda de fina hilada que lo resguardaba a salvo para que cada lector pudiera contribuir al parto del verso en cursiva, ya expuesto ante la ávida mirada. Bebí con calma la bolsita de té que desde el borde superior y cosida al papel nos invita a concluir el rito. Durante unos minutos intenté recorrer en mi memoria, en mis ideas, la humanidad de ambos; los fragmentos de Rolando y Laura que me son conocidos. Distinguí la extensión de su trabajo, el labrado constante de la existencia (Roca de vida) que unido al talento que poseen, los diferencia.  Asumir el arte como un modo de vida con la comprensión de que lo único seguro es hacer, que se combate contra las sillas de los demás y contra las de uno mismo. Ellos despejan todos los días el sendero, construyen rutas nuevas... 


No creo en las cábalas – al menos no lo reconozco públicamente – pero como hijo de esta tierra mestiza en la que las creencias se esconden en la sangre y emergen de cuando a cuando, me asombra, me sobresalta con algo de suspicacia pensar en la idea de tantos tres en juego.    


Rolando Estevéz en su Estudio El Fortín


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