Un premio que le debemos a la literatura nacional

Por: Abel G. Fagundo

Al principio fue una sensación amarga, como la que se siente ante las cosas injustas, ahora ya es molestia franca. Imaginé durante algunos años que se me escapaban la mayoría de las variables que estaban en juego, que veía solo algunos árboles y no todo el bosque; pero las justificaciones se van oxidando, algunas envejecen ridículamente… 



No se puede justificar -al menos yo no puedo- que Guillermo no tenga el Premio Nacional de Literatura. No desmerito a ninguno de los que bien lo han ganado; pero ya pasa de ser una prolongación ¿Un castigo quizás? para convertirse en un error de dimensiones histórico-literarias. 

Si al final, no se lo dan, la literatura tiene la última palabra. Los contemporáneos pasaremos, luego saldrán a flote las pequeñas mezquindades, los demonios que habitan en toda generación, el mal aura de quienes ostentan determinados poderes, tensas influencias. 

Recuerdo a Manzano cuando hace ya un tiempo me reiteraba “No hay democracias estéticas” y no, no las hay y quizás tampoco existan ninguna de las otras. Mi voto no cuenta, carece de la fuerza necesaria, soy tan solo un mirón que se asoma a la ventana letrada;  pero el murmullo inicial de unos pocos ya se ha hecho debate, pregunta a voces: ¿Por qué a Guillermo Rodríguez Rivera no le han dado el premio Nacional de Literatura?, ¿Por qué a Lina de Feria…?. 

Matanzas, Febrero 2017

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