Yo no quería otros ojos que los de una mulata triste que me dejara salvarla

Por: Abel G. Fagundo 11/05/2017 Un amigo querido, poeta, conocedor y practicante de las religiones afrocubanas me llama hoy cuando yo pretendía cruzar a toda vela la Calle del Medio para llegar al trabajo. – Coño abelito, tu sabes, nunca te había visto vestido de amarillo, cuídate que eso llama ojos – No le conté la odisea para llegar hasta acá – el cansino tema de las guaguas que a ningún decisor le importa – y mucho menos que olvidé quitarme la enguatada de dormir con el apuro por llegar a tiempo a la parada (apuro que igual, de nuevo, de nada sirvió). Le pedí a uno de los señores que trabajan en las reparaciones de la Calle – hoy enlodada y difícil por las aguas de anoche- que por favor me tomara una foto bajo el cartel del restaurante-bar llamado “La Esquina de Medio”. El hombre hizo lo que pudo, con el ceño fruncido pero sin decir una palabra, molesto pero contenido, otra rareza del día. Le di las gracias y continué. Por suerte, hoy existiré frente a la pantalla ...