En el bosque francés de la Calle Medio



Mi querido Duprey, quizás yo sienta un poco de temor
pero no alcanzo  para orinarle el rostro a los soldados.
Tú eras de un falo más clásico, más francés
no es lo mismo
orinar contra monumentos en el primer mundo
te curvas y floreces sin el temor de parecer endeble
No hay monumentos ígneos en Matanzas Jean Pierre
la gente aprende bien temprano en esta tierra
que es peligroso el fuego
incluso hasta la insinuación del fuego.


Claro que podemos caminar
cogidos de la mano sin cogernos
dos hombres con los dedos cruzados
en algo aparentan el cuero del tambor
al chivo en la memoria de los cuchillos.
Caminemos, ir por la calle marcando a los suicidas
sin decirles nada, déjalos en la arrogancia, vivos…
Aquí la muerte es real
colorea, anuncia
y nosotros como en París
le ponemos también de cascabel la historia.


Es feliz esta gente
aunque no los comprendas tú
come sin ceremonias… cuando come
bebe bajo los árboles
hace el amor sin prisa ni pudor
se divierte y canta.
Mira esta calle, o mejor, cierra los ojos, escucha
dánzala con tus huesos lentos.
Es el ritmo de la supervivencia
la civilización y su orquesta mestiza.
En esto Duprey, la ciudad se parece a tu ciudad
somos aquí refugiados de la suerte.

Quizás Jean Pierre, tu idioma florecido
consiga recostarse en la bahía matancera, navegarla, hundirse.
No temas al dolor
es el mar que en todas partes quiere vivir sus puertos
la sal que todo lo corrompesecándonos el corazón día tras día.


Abel G.Fagundo

* Del libro “En el bosque francés de la calle medio” Ediciones Matanzas. 2008

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