De mi amigo poeta Hugo Hodelín

El amigo poeta Hugo Hodelín Santana me envía este texto. Un miércoles en la noche hablamos de su poesía, de los dos Hugos, el que retoza en los espacios líricos y el otro –remanente de su entorno- que es agredido y devuelve el golpe a través de la palabra. Me escribe Hugo


Abel :   

Desde aquí. El vuelo que atrapó al pájaro. Afuera hay guitarras
y carteles. Un grupo de gente murmurando. Un sonido de guitarras. Yo
aquí escribo desde el silencio de la madrugada, como corre un niño
detrás de su carro infantil. Trato de pensar. Y una voz me dice, no
piense usted, su pensamiento es irrelevante. Ocupe su sitio en la
silla, que la clase comienza ahora. Que distintos éramos, cuando
mirábamos las manchas de aceite sobre las aceras. Oigo una voz que me ordena
hacer silencio, yo obedezco y lanzo los poemas al aire, un
poema en el aire es como una vida que se desprende, es como saltar de
un sitio alto y profundo. Espero mi castigo, pero la maestra revisa mi
tarea de aritmética, levanta la vista y me mira fijo. Me dice es usted
un buen matemático, deje las palabras para los poetas, renuncie. Yo me
levanto y salgo al aire libre, mis pulmones están garabateados, la
botella es un punto exacto en el primer trago del día. la anunciación
vuelve y hoy trae un rastro de pez y silencio, de pólvora dejada fuera
del cartucho. ¿Qué camino me van a mostrar, que yo ya no haya
caminado? ¿De qué silencio me van a hablar si en mí se oprime el
silencio del mundo? ¿Adónde me quieren llevar que no conozca? Adivino
a lo lejos flores de cartón, que caminan angustiadas por los bordes de
las casas, como un ente maduro sigo oyendo la voz y una y mil veces me
ordena silencio. No hable usted me dice, pero afuera los perros de
pelaje grisáceo tiran de los trineos al compás de las danzas alemanas
de Bethoven. En mi me digo se ha cumplido la profecía. Le digo a la
maestra, ya no juego con las palabras, solo se algo de aritmética.
Cierro la libreta y el jazz lo va cubriendo todo, si tuviera en mi
cama una trompeta quizás yo fuera un tipo diferente. Pero llueve,
estiro los pies y el ordenador sigue hay como un sitio criminal, no sé
si se ha cumplido alguna profecía, no me interesa, pero me paro en los
portales y veo los maniquíes en las vidrieras, me digo que yo no soy
otra cosa que ese maniquí, quizás el muñeco que se arrastra al borde
de los badenes, pero los maniquíes en mi cobran vida. Me dicen aquí
tiene la pistola, dele un tiro a este mundo ,olvídese del maniquí,
vuelva a las flores de cartón, haga su tarea  de aritmética,
preséntesela a su maestra, no juegue con las palabras, no están hechas para
usted, oiga mi consejo y saque punta a sus lápices, en
este instante alguien puede bajar las escaleras y eso no cambiaría el mundo para
nada, Sea obediente. Aproveche ese sol del mediodía y corra por los patios de la
escuela, regrese a casa, interminablemente
regrese a casa, allí están escondidos sus juguetes, las flores del
cartón, y los lápices, la voz se oye más grave, renuncie, usted ha
fracasado .Solo le queda la penitencia de permanecer por todos los
tiempos en su pupitre. Espere pacientemente y mientras alucina, el
mundo girará y poco le interesaran sus palabras, es usted un alumno
ejemplar, por ahora limpie el aula, coja su maleta y regrese a casa.



                                                                     HUGO HODELIN SANTANA

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