Mujer que toca el chelo

Era música en si mismo…
El chelo, el vestido beich, precisa.
Hubiera querido fotografiarla expuesta al tras luz,
como en un primer Picasso azul, casi azul,
cuando todavía los seres humanos eran dueños de su forma.
Oler su aire,
las gotas de sudor que vibran cuando la música las cerca.
Sola,
sin orquesta,
ni dirección,
ni batuta fálica.
Controlando el ritmo
sentada
abierta
arrogante
consiente del misterio,
segura del hechizo.


@abelgfagundo

Poema del libro “El Terco Persistir”. Ediciones Aldabón. Matanzas. Cuba. 2008

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