Solo para locos
Ha salido de la
caja una pieza compleja del rompecabezas actual. Como no tengo dones de profeta
no puedo adivinar su sitio y de qué modo nos ayudará o no a terminar este juego,
pero con todas las pistas que tenemos y con lo avanzado que va el tablero, es
una aventura creer que será la última, y quizás, tampoco sea la mas difícil.
Comenzó la jornada laboral de ocho horas, en medio de la segunda parte de una
mala película que muchos de nosotros ya vivimos y que no pensamos que volvería a
suceder. La nueva normalidad parece una caricatura, mejor, un retrato de miles
de rostros cansados y tristes en los que la incertidumbre comienza o continua
flagelando con sus arrugas.
Es kafkiano – o para ser nacionalistas – es
virgiliano. Un teatro tipo Hermann Hesse donde en las paredes de los ómnibus,
en las colas desgastantes, en el plato de comida, en la cara y el tapabocas de
quienes deciden hoy una cosa y mañana otra, dice: “Solo para locos…”.
Tengo
terror a sacar la próxima pieza, será que es una de esas que encaja en las
esquinas y nos muestra que lo que creíamos ver, no era.
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