Entrevista a Abel G. Fagundo en el programa a Trasluz del Canal Educativo *

Abel G. Fagundo
Abel, la poesía cubana de los noventa, década en la que comienza tu producción literaria, se caracteriza por la atomización conceptual y formal, que puede ir desde las más osadas búsquedas neovanguardistas hasta intentos de revitalización del conversacionalismo. ¿Cuál fue en aquellos años tu lectura de este panorama y cuál tu manera de dialogar con él? 
 
Llegó a la poesía, no me refiero a la escritura del verso sino a ese universo más grande que es la poesía a través de un grupo de poetas que pertenecían a la generación anterior (los ochenta) Por tanto las primeras lecturas sobre lo poético las hago desde una percepción estética anterior. Luego en la medida en que me relaciono  y comienzo a leer los textos de mis contemporáneos y también cuando dialogo con sus posturas estéticas, comprendo mucho mejor que más que un grupo se trataba de una dispersión en la que se unen continuidad y ruptura. Ahora se habla un poco más de nosotros, son veinte años y a la historia literaria es necesario reevaluarla cada cierto tiempo. Algunos nos han acusado formalmente de epígonos, otros tienen una visión diferente. Creo que son inconcebibles los noventa sin los ochenta y que ambas generaciones forman parte del principio y el fin de un proceso histórico-literario concreto.  

Yo me vinculé a un grupo de jóvenes poetas matanceros que después se reunieron en la antología “La última cena”; teníamos entonces una intención de participar de aquel momento literario. La mayoría éramos muy novatos y no creo que hayamos podido estructurar un amplio debate con nuestros contemporáneos, pero si fuimos parte del proceso y aportamos en cierta medida algunas voces que han demostrado después toda su dimensión.

Uno de tus primeros libros, Golpes de Dios, me parece un cuestionamiento profundo de la crisis de fe que padece la sociedad contemporánea. ¿Opinas que la dilucidación de un asunto tan antiguo como los conflictos de fe sigue siendo válida para hallar nuevos territorios de exploración lírica? 

Uno de los grandes temas, de los grandes relatos de la cultura universal está relacionado con los fenómenos de la fe. Lo mismo en la cultura oriental como en la cultura Occidental. Otro de los mayores enigmas de nuestra civilización ubicado en el núcleo del debate entre evolucionistas y creacionistas se encuentra el trilema de la esfinge, que nos pregunta ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos?. Son siempre preguntas que también se hace la poesía desde su posición subjetivadora de la realidad. La fe también se ha desplazado hacia nuevos escenarios en las últimas décadas, hay como una especie de fragmentación de la religiosidad. Max Weber nos hablaba del desencantamiento del mundo; hoy tenemos que hablar de un reencantamiento asociado a los fenómenos de la New Age o  Nueva Era, la proliferación de sectas, el regreso de los brujos y adivinadores que han encontrado en Internet un terreno fértil de acción. Aparecen grupos muy diversos que tienen como centro de su culto desde las nuevas reinterpretaciones de las escrituras y de Jesús, hasta adoradores de Satán, de los OVNIS y hasta de supuestos dioses extraterrestres. Crecen los seguidores de mitos, secretos, sociedades antiguas y en la literatura aparecen libros como el de Dan Brown. Todos son resultados de las adecuaciones de los fenómenos de la fe y en ellos explorará también la poesía.

El pecado, la culpa, el castigo, la salvación del individuo, son alusiones constantes en tu poesía. ¿Hasta qué punto consideras que la ética es el eje de tu percepción poética de la realidad? 

La moral es una de las víctimas de la modernidad y en consecuencia del postmodernismo. Victima a nivel de la praxis social no a nivel de los dogmas. En un nivel axiológico muchas de nuestras instituciones occidentales siguen teniendo los mismo códigos éticos para valorar la realidad. Códigos que mantienen en su esencia una base judeo-cristiana; pero que desde hace mucho tiempo sobreviven sobre una realidad que se les opone. Para mí la idea de la salvación no tiene que ver con el perdón eterno o todas esas otras condiciones de fuentes diversas. La salvación es un camino personal que veo vinculado a la realización, la construcción de una vida de la que pueda hacerse un recuento positivo. La presencia de la ética como categoría filosófica en una zona de mi poseía no busca un intención moralizante. Soy un testigo, un adecuador de realidades y como sobreviviente también soy un culpable.

Aunque en El terco persistir expresas serias dudas acerca de la importancia cognoscitiva y educativa de la poesía, refrendas la decisión de seguir construyendo tu reino en sus arenas movedizas. ¿Qué otras posibilidades te ofrece para que sigas insistiendo en ella? 

Antón Arrufat pone en boca de uno de los personajes de su novela “ La noche del aguafiestas” - creo que fue allí donde lo leí -  esta aseveración ”la poesía es un género sin lectores, un espacio demasiado estrecho para disentir”.  Vivimos en un tiempo donde la poesía no es un género de cumbres. La  visualidad se ha robado muchas de las referencias y de los modos de representar la realidad. Nuestros sistemas pedagógicos actuales descansan sobre programas educativos donde la visualidad es protagonista; el acceso cada vez mayor a la computación abre un universo de juegos y posibilidades de entretenimiento inéditas; la profundización de la tontería, la superficialidad y la banalidad, entre otros disímiles factores hacen que la poesía no sea hoy un género privilegiado (hablo a nivel de los lectores). Aun así sigue siendo el microcosmos donde el lenguaje alcanza su mayor expresión, y deseo seguir atravesando sus arenas movedizas. Es el medio que he escogido – uno de ellos- para desconstruir y reconstruir la realidad, subjetivizarla, quizás un modo de intentar ser la contrapartida de la historia, si confiamos en que la historia cuenta lo que fue y la poesía lo que debió ser, aunque a veces intercambian papeles.

La zona erótico-amatoria de tu lírica recogida en la sección “La raza de Magdalena” de El terco persistir arroja una mirada poco conciliadora al universo de las relaciones amorosas. ¿Qué valor le confieres a esta perspectiva más caótica que armónica para adentrarte en el tema? 

Quizás sea una tendencia a lo dramático… Hay un texto allí que en uno de sus versos dice algo más o menos parecido: una mujer sensual es esencia puro desorden, entropía… y es que el amor es entropía, desorden. El amor es un truco muy eficiente de la evolución, hace que la vida aparente tener un sentido, sin el –quizás- no fuera posible la poesía. Ella es también apariencia de significados. El amor es caótico ( y cuando hablo de amor por supuesto también incluyo al odio, su contrapar filosófico) La carnalidad es otra cosa. Mira tú lo bien diseñada que está que somos miles de millones de personas teniendo sexo a diario, llenándole el patio a Dios… y claro que es más tentador decirlo desde el lenguaje de un poeta, que desde las razones de un antropólogo aburrido que pretende arruinarlo todo.

Gran parte de tu poesía está marcada por una visión escatológica del mundo. Me gustaría escucharte reflexionar sobre lo que pudiéramos llamar la belleza de lo horripilante. 

También la estética de lo caótico, de lo feo, de lo desastroso. Hay elementos de la estética del desastre en mi poesía, pero en este caso no es el paisaje urbano su principal sujeto sino el ser humano en relación con sus entornos. En  mi poesía la fealdad es otra puerta a través de la cual he tratado de llegar a las esencias. La categoría clásica de la belleza – en su núcleo - sigue siendo inmutable, pero las ideas que hoy tenemos sobre lo bello son abrumadoramente artificiales, es por eso que en esos juegos de apariencias me siento más cerca de una verdadera humanidad cuando observo y escarbo en nuestras fealdades.

Tus poemas se caracterizan por una concentrada violencia en las imágenes y en el lenguaje; sin embargo, no apelas a la deconstrucción del texto como recurso y perseveras en los dominios del verso y en el equilibrio de la composición. ¿Este fenómeno obedece a una necesidad comunicativa o cumple alguna otra función en la cual quisieras abundar? 

Obedece esencialmente a una necesidad comunicativa, aunque no se trata de una renuncia a la experimentación. Hace ya un tiempo he preferido construir hilos que conecten al lector con la idea, utilizar las imágenes en función de la relación comunicativa con el receptor. Existen muchos caminos en este reino antiguo que es la poesía, muchos sendas de continente y contenido, por ahora he escogido este.


* Recientemente el sábado 12 de diciembre de 2015 el Canal Educativo - por esos misterios que tiene la televisión - retrasmitió esta entrevista que no ha sido publicada en soporte impreso o digital, fue originalmente realizada en el 2010, en la sala de la antigua casa de Digdora Alonso, por aquel entonces sede de Ediciones Matanzas.

Entrevistador: David Curbelo
29 de Octubre del 2010
Tomado de: 

Comentarios