Un premio que le debemos a la literatura nacional

Por: Abel G. Fagundo Al principio fue una sensación amarga, como la que se siente ante las cosas injustas, ahora ya es molestia franca. Imaginé durante algunos años que se me escapaban la mayoría de las variables que estaban en juego, que veía solo algunos árboles y no todo el bosque; pero las justificaciones se van oxidando, algunas envejecen ridículamente… No se puede justificar -al menos yo no puedo- que Guillermo no tenga el Premio Nacional de Literatura. No desmerito a ninguno de los que bien lo han ganado; pero ya pasa de ser una prolongación ¿Un castigo quizás? para convertirse en un error de dimensiones histórico-literarias. Si al final, no se lo dan, la literatura tiene la última palabra. Los contemporáneos pasaremos, luego saldrán a flote las pequeñas mezquindades, los demonios que habitan en toda generación, el mal aura de quienes ostentan determinados poderes, tensas influencias.